El tiempo es un mal guía, ciego, sin sentimientos, sin miramientos, inclemente, que nos conduce sin frenos, sin que notemos como llega y como pasa, muchas veces imploramos que pare para poder vivir por más tiempo momentos que nos llenan pero no se detiene nos traspasa sin ningún tipo de cuidado y orden.
Un café que me mira diciendo cada mañana y cada tarde, «yo conozco muy bien esos suspiros, son demasiado años, es demasiado tiempo». Momentos en los que dejo fluir mis sentidos, instantes en que mis pensamientos se escapan imparables y en silencio dibujo los deseos más bonitos del mundo, en silencio creo mis te quieros.
Sobre las nubes de humo de mis cigarrillos mirando por la ventana de mi habitación, crearía otra vez en silencio, como aquel que quiere pasar desapercibido nuestro momento, quizá el primero y el último pero sería nuestro momento, dibujaría por ejemplo el beso más tierno, el abrazo más sentido y la caricia más cargada de emoción.
El viento sopla, la lluvia hace acto de presencia sin estar invitada, el tiempo no se detiene aunque yo imploro una vez más que se detenga porque tu imagen vuelve estar de nuevo presente en mi mente, no quiero que se vaya, sin querer hacerlo y de forma muy natural vuelo a suspirar, pronuncio tu nombre, sonrío y termino de escribir.
PD: Quiera o no, aunque jurara no hacerlo, siempre habrá un segundo, un minuto, un día, un mes, en el que piense en ti, porque eres lo más bonito que siempre quise conocer.