Realidad

El destino

Que tus miedos desaparezcan
Que tus dudas se disuelvan
Que tu mente explote de sueños
Que tu alma esté repleta de deseos.

Que tus sueños se hagan realidad
Que tus realidades te lleven muy lejos
Que de lejos y cerca tú veas al mundo
Que vivas y sientas el mundo, tu mundo.

Que el viento te empuje en el camino
Que el camino te ayude para encontrar tu destino
Que el destino te permita enamorarte eternamente
Que lo eterno no sea fugaz y perviva por siempre.

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Que tu valentía persista y se transforme en coraje 
Que tu coraje gane a tus monstruos y venza tus miedos
Que sin miedo vivas y tengas lo que mereces
Que construyas recuerdos, que se cumplan tus sueños.

El final del camino

Andaba y andaba más allá de límite de sus fuerzas, hasta sentir el alma cansada, buscando el amor que el destino que le negaba, eso que jamás encontró en mitad de tantos caminos, envuelto en demasiado laberintos, lugares donde se iba dejando gota a gota todo su ser.

Por momentos enloquecía y entraba en una sensación irreal de comodidad, juraba que los caminos que el destino separó en un lugar confluían y allí la fuerza de dos corazones se juntaban, latido a latido se abrazaban.

Irremediablemente volvían otros caminos por donde se perdían las ganas de caminar, donde los pulmones se vaciaban inmisericordemente de aire, las espinas clavadas en la piel se hacían más patentes y entonces solo había espacio para el dolor.

Pero el misterioso caminante debió admitir que allá donde esos caminos se cruzaban, allá donde la pasión y el deseo se imponían al dolor, en ese lugar donde el príncipe se encontraba con su princesa fue el paraíso más hermoso donde jamás se encontró.

La vida son sueños, son deseos pero la realidad siempre vence, el corazón del príncipe caminante, del bohemio y soñador se cansó de dolor, de pasos en falso, de tantas penas, de tanta sed en el camino que no pudo ser saciada en los dulces labios que deseaba.

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Los caminos tiene finales y llegó el final del de este caminante del corazón que no supo salir vivo de cada laberinto en el que se ve envuelto, del que se deja el alma a cada paso. Y volverá por donde vino, convencido de que, una vez más, anduvo todo lo que pudo.

El ritmo del deseo

Y sonó esa canción, la melodía que lleva a soñarte, a protagonizar un baile imaginario donde mi cuerpo roza el tuyo y volamos alejándonos por un instante de la realidad, notas musicales que me hacen imaginarte de píe, sin ropa a la luz de una velas, sonriéndome de complicidad en una oscura trama en la que solo nosotros ponemos los colores.

Y vuelvo a escuchar esa canción, evado la realidad retrocediendo a un instante varado en el tiempo, un instante interrumpido del que siempre digo que el destino me debe una continuación, volvemos a estar abrazados, mirándonos al son de esa música que por momentos es silencio, solo se escucha suspiros, una deuda cobrada a la vida.

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Entonces es cuando el tiempo se para en mi recuerdo, y me quedo a vivir de ese instante que jamás volverá, que nunca sucederá en realidad, solo será fruto de mi imaginación, soy calor de una llama eterna que tiembla a base de palabras, al ritmo de unos versos que ponen en acento con besos, entre abrazos e invadido de deseos.

Eterno deseo

Envueltos en silencio, mirándonos sin miedo. Apagando deseos, quitándonos las ganas, dos personas, dos almas que se han deseado eternamente y tiene una única oportunidad de vencer la realidad, ahora o nunca.

Quizá merecieron escribir una historia que el destino jamás concedió, la vida tiene eso, te lleva por caminos en los que muchas veces los deseos solo pueden acabar ahogados. Merecieron miles de suspiros ambos, el uno por el otro.

Sentirse, encender cada uno el alma del otro a base de besos, de caricias, besos para terminar uno que hubo que no concluyó, que lo interrumpieron cuando aquel beso inesperado pudo tener un significado que no llego a tener, besos que se una aquel que siempre perduró en la memoria.

Miradas cargadas de deseo, miradas sin miedo a lo que pueda ocurrir. Quitarse las ganas, sacar una espina clavada que se perpetuó con el paso de los años pero que fue imposible que cayese en el olvido, transfusiones de ternura para remendar un alma dolorido, corazones latiendo en secreto, unas vidas que aún esperan ajustar una cuenta pendiente.

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En silencio, en secreto, discretamente, lo que se siente es lo que se abraza, lo que se desea aunque sea prohibido es lo que más se disfruta.

Gritos sordos

Escribió en legítima defensa ante los deseos que sufrió. Escribió en papel queriendo hacerlo con la lengua en la piel. Aquellas letras fueron gritos de esperanza, de angustia o de amor buscando un imposible, algo que se anhelaba, deseaba y no tuvo, expresó ganas de aquello que calló para siempre.

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Escribió como si aquella, su musa, la que le daba la inspiración necesaria para hacerlo, lo fuera a leer. Escribió hasta que el cansancio lo invadió hasta llegar a la irremediable rendición, hasta caer en la última batalla de un amor prohibido e imposible, de unos sentimientos eternos por siempre.

 

«Cansado»

Hay días en los que me siento muy cansado, es un cansancio que no es físico, es un cansancio de alma, es una fatiga mental y ahí radica el principal problema, sí el cansancio fuera físico con descansar bastaría pero este cansancio no se soluciona desgraciadamente así, este cansancio es muy difícil exterminarlo.

Estoy cansado de días demasiado iguales, de esperar lo que jamás llega o quizá de no encontrar la forma de buscar aquello que ansío, de no vivir aquello que quisiera vivir. Cansado de tener solo viejos recuerdos y de sentir que los que ahora fabrico no merecen la pena.

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Como he dicho me siento cansado de esperar algo que ves y compruebas que a todo el mundo “le llega” y en mi se ha convertido en un sueño inalcanzable, cansado de no encontrar respuestas a demasiados porqués. Será que tengo el problema de que siento y pienso demasiado y eso me hace sufrir a veces demasiado daño y aumentar determinados sentimientos.

Que conste que esta palabras las escribo a modo de desahogo, en este 2016 prometí cambiar ciertos comportamientos y comentarios que tenía hacía mismo y no me hacían ningún bien y según mi “examinadora” lo voy consiguiendo, en junio espero aprobar con sobresaliente pero es que hay ciertos días que como siempre digo es imposible no reventar.

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Esto es una carrera de fondo  y los que somos demasiado sensibles y vivimos con el alma cargada creo que no tenemos más remedio que vivir días así. Al final no importa las veces que caigas si no las que te levantas.

«Besos y caricias al aire»

Quisiera que mis palabras te llegaran como suaves caricias a través del viento, llegando a rozar tu cuerpo, haciéndote temblar como esa hoja que se vence, que cae del árbol en otoño y baja suavemente, meciéndose, dejándose llevar por el aire.

Ojalá mis palabras furtivas fueran como besos, de esos besos que suenan a piel y a saliva, besos que dejan sentir un sabor inolvidable, besos que se estrellan en la boca de la mujer amada y se pierden en el resto de su piel, hasta llegar al último rincón del cuerpo.

Y en ese momento que las palabras buscan convertirse en sonrisas, miradas, pensamientos, besos y caricias, temblar los dos, perder el norte sobre el mapa infinito de la piel, piel de dos personas que dejan atrás la realidad para fundirse en un solo uno.

Desearía que mi pensamiento te traspasara y te llegara al fondo de tu alma, hacerte perder el control y que ardiera tu corazón con los mismos deseos que tengo yo, en las ganas de abrazarte, en el deseo de mirar esos ojos fijamente y comerte la boca, besarte para hacer temblar tus pilares.

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Y volvernos locos, aunque sea por un instante, porque el amor es locura no se puede concebir de otra forma, darnos todo, asaltarnos con impulsos, sin razones, abordarte sin prisa pero sin pausa, bebernos nuestras vidas, acariciarnos sin calma y devorarte el alma.

«Las Ilusiones Perdidas»

Por lo que sentía verdadero pavor era cuando sentía que había perdido la capacidad para ilusionarse. Ya no sabía qué era eso de la ilusión. Era más, entraba en pánico cuando se daba cuenta que no sentía ningún tipo de aliciente a su alrededor. Y todo eso en algunos momentos le quemaba mucho, hasta hacerlo consumirse por dentro.

¿Y sí no volvía a saber qué era eso de la ilusión? ¿Y sí no volvía a sentir dentro de su alma algún tipo de aliciente que lo empujara a querer seguir hacia adelante?

El pensamiento de que lo mejor estaba por llegar era lo que le servía a veces como salvavidas para no perder las ganas. Le daba igual que el presente fuera malo, trataba de olvidar que la mirada al futuro no fuese halagüeña, él trataba de consolarse con la creencia de que el futuro sería mejor, un futuro donde anhelaba experimentar y vivir todo aquello que sentía olvidado para siempre, un futuro en el que encontraría aquello que buscaba.

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Esto último es lo bueno de los ilusiones, pero la realidad siempre será la eterna enemiga de los sueños.